Retumba en mi cabeza la canción de José Vélez sobre mi tierra natal, que cantábamos a todo meter, mientras nos dirigíamos al hotel en Tokio, con un tráfico de vehículos que no alcanzaba a ver el final...
Pero empecemos por el principio...
Día 20 de octubre de 2025. Salimos de madrugada hacia el aeropuerto. En este viaje que hacemos en pareja, después de 15 años en que hicimos el último a Italia, trataba de juntar varias cosas:
Disfrutar un viaje de ensueño para celebrar (con un año de retraso) las bodas de plata.
Dejar a las hijas atrás, que ya son adultas, y se manejan solas. Y así quedó demostrado a la vuelta.
Hacer mi viaje internacional número 15 y en el que sumo mi país visitado número 25, con lo que puedo presumir de haber visitado algunos de los países más bonitos del mundo.
Etc, etc...
Sin embargo, y para mi sorpresa, se apunta a este viaje de ensueño, la hermana de mi mujer (la típica cuñada, y lo dejamos ahí).
Aceptando la situación, me lo tomé de la mejor manera posible, porque no había otra manera de tomarlo, y me propuse varios retos más...
Trámites de facturación y embarque hacia Madrid, y luego a Osaka, vía Dubai. Con escala y con colas, nos encontramos con la primera incidencia. El vuelo de Dubai a Osaka lleva 3 horas de retraso (el único en su panel) que sumadas a las de la escala, más las tantas horas desde Madrid, y las otras desde Las Palmas, ya empezaban a pesar... Ya no podemos salir de la terminal para dar un paseo por Dubai. Les recuerdo que vamos en grupo y es responsabilidad del coordinador mantenernos juntos...
A la llegada a Osaka ya es día 21 y son las 22:40 cuando vamos a subir al bus que nos llevará durante todo el recorrido.
Las maletas (ésto es la primera vez que lo veo, aunque lo entiendo) van en un camión aparte. Digo que lo entiendo, porque si para cualquier cosa que hacíamos no había un orden, sino que todo el mundo quería ser el primero en todo, pues el caos estaba asegurado. Y así pasó durante el circuito "tipycal spanish". Nada que ver con los japoneses, ordenados y respetuosos hasta el infinito y más allá...
Bueno, como decía, al poner las maletas en el camión, las parejas iban subiendo al bus para coger sitio, y así se lo hice saber a la mía, que para mi asombro y horror, veo, como va dirigiéndose hacia el final del bus, hecho éste, que pagaríamos hasta el final del viaje. ¿Porqué? Pues porque si vas al final del bus, eres el último en salir. El último en llegar al restaurante. El último de la cola para coger el ticket de entrada a la siguiente visita, etc, etc, etc... Y no voy a entrar en más detalles porque no quiero que nadie se dé por aludido... Y el caso es que, era mi única petición desde el principio, ir lo más delante posible. Además, en este caso, había sugerido que el sitio quedara asignado desde el principio, y así se hizo. El coordinador lo dijo, se cumplió y el escupitajo que lanzé con todas mis fuerzas hacia arriba me cayó de lleno en toda la cara... Sin embargo, hubo algo curioso. Nos tocaron unas compañeras al fondo de la guagua (ya mayores, pero con una energía que no había visto antes) con las que me reí como hacía tiempo que no hacía. Sus comentarios no tenían desperdicio... Pero como digo, la mentalidad debes tenerla abierta.
Llegamos al hotel. Antes de ir a descansar nos avisan de estar al día siguiente a las 8:30 en punto en el bus. La puntualidad es primordial para poder cumplir el programa.
Día 22. 8:30 de la mañana. ¿Quién no está en el bus? Exacto. La cuñáa... Me dice el coordinador si se algo, en medio del bus, a lo que mi reacción, que no podía ser otra, fue la de decirle que yo estoy en el bus, lo que otros (que ya somos todos mayorcitos) hagan, a ellos pertenece... Mi sugerencia, que en ese momento, hubiese cambiado el curso del viaje, fue la de decirle, que tal como había dicho el día anterior, ó yo creí entender, fue la de que el que no estuviese a la hora, se quedaba atrás, y éste era justo el momento para ponerlo en práctica, ya que al hacer noche en el mismo hotel, el que quedara atrás, sólo perdía ese día, ya que volvíamos por la tarde al mismo hotel. Si se hubiera hecho de esta forma, creo que TOD@S habríamos apretado el culillo de tal forma, que dudo que hubiesen vuelto a pasar más incidentes.
Pero no fue así, Álvaro, fiel a su generosidad, mandó parar el autobús hasta que llegara la susodicha y cuando apareció, el bus no arrancó (y era nuevo). Tras muchos intentos del conductor (un tipo increíble) hubo que pedir ayuda externa. Cuando se solucionó el problema ya habían pasado casi dos horas.
Personalmente, debo reconocer, que esas dos horas, que no estuve en el bus, las aproveché para ver los alrededores, y fue una primera impresión muy bonita la que me llevé, por motivos varios que me guardo para mí y que para recordarlos los anoto a pie de página para no olvidarlos nunca *.
...Salimos hacia el Castillo de Osaka. El retraso hace que al llegar, nos tengamos que ir (Subimos a la torre y bajamos en cuestión de minutos). Vamos a almorzar. Tras el almuerzo damos un paseo en barco por la zona comercial de Osaka, muy turística y concurrida, Dotonbori, (Voy a obviar, en la medida de lo posible, los nombres de calles porque son muy largos y nos queda aventura...) Tras este paseo gritando a todo paseante una expresión japonesa muy socorrida "Konichiwaaaaa" (Hola/ Buenas...), que ya creo que no se me olvidará nunca más en la vida, y la verdad, te puede sacar de muchos apuros... Bueno, tras el paseo fluvial, vamos a un espectáculo que lo habíamos pagado aparte, y que combinaba, por una parte, una ceremonia del té (para una parte del grupo) y por la otra, un espectáculo de dos samurais luchando entre ellos, y luego intercambiamos. Entiendo que por aforo.
Pero claro, los que estábamos en la tradicional ceremonia del té, para la que, la parsimonia, la tranquilidad y el relax es primordial, saltábamos del asiento cuando los samurais, que estaban debajo pegaban sus terribles bramidos guerreros al choque de sus temibles espadas...
Pero bueno, lo digo como anécdota. Fue entretenido. Además nos permitieron hacer fotos y videos del espectáculo.
Día 23. Visitamos Kobe. Paseo marítimo para ver la ciudad desde el mar, y, subimos a la torre de Kobe (bastante singular) para terminar de ver las vistas de la ciudad. En el almuerzo probamos la carne de Kobe, muy típica de aquí. Visitamos por la tarde el templo de Todaijí (Nara) rodeado de ciervos sueltos que se te acercan ó golpean si les das de comer, ó no.
Día 24. Disfrutamos la experiencia de coger un tren bala entre Osaka y Kioto. Visitamos el jardín de bambú. Tras el almuerzo visitamos el templo Dorado. He de comentar que tuvimos días de sol y algunos de lloviznas, pero siempre, en mi opinión fue acorde al momento, porque las fotos son espectaculares, no sé si por la luz en el momento concreto ó a que se debe...En este caso, el paseo por el templo Dorado tiene muchas fotazas, pero las que nos hacían juntos ó nos cortaban los pies ó la cabeza. No había manera de sacar la foto ideal para el pasillo de casa. Unos ponen trofeos, nosotros una foto de cada viaje...
Nos trasladamos a Gion. Tiempo libre para pasear por este encantador lugar. Mi pareja prefiere hacer compras y yo aprovecho para grabar una ruta por la zona en el Wikiloc, donde grabaría algunas más. Por si alguien las quiere ver, poner en google (Wikiloc armelian).
A la hora convenida ¿Quién no está en el bus? En esta ocasión, el coordinador se queda para buscarla y el resto nos vamos a cenar, en mi caso incómodo porque, aunque no tiene nada que ver conmigo, veo que mi pareja no lo pasa bien por la situación... Cuando aparece ya nos tranquilizamos, pero ésto ya incomoda.
A la llegada al hotel de la cadena Inn, paseamos un rato por el entorno de una calle comercial que ya está cerrando. Es curioso verla sin bullicio. Se ven borrachines salir de los garitos que sí quedan abiertos.
Día 25. Visita al templo de Fushimi Inari y sus puertas Torii (fotos muy bonitas)... Nos salimos de la ruta habitual para disfrutar con menos masificación por los alrededores.
Luego vamos al templo de Kiyomizudera. No entiendo a la guía local y aquí (reconozco mi impaciencia) le pido que explique, para aprovechar la visita, como lo vamos a hacer. Sigo sin entenderla hasta el día de hoy.
A la salida un grupo se va a vestir con Kimonos y nosotros nos tomamos un café relajado fuera de la calle principal, que aunque ha sido el más caro de mi vida, me encantó el sitio... Luego compramos unos souvenirs (el único rato invertido por mi parte para este menester), dimos una vuelta por Sannenzaka y Ninenzaka, cogimos el bus hacia el mercado Nishiki, pero al quedar a una hora prefijada en la entrada, lo que hicimos fue ir a un centro tipo "Corte Inglés" que estaba al lado y quedamos a una hora en la entrada para juntarnos al grupo y cuento ésto, porque vino la siguiente incidencia...
Al bajar de la sexta planta del centro comercial, hacia la planta baja y salida, donde habíamos quedado, el ascensor se estropeó y se paró a mitad. Junto con dos japonesas (supongo) nos miramos y al ver que no entraban en pánico, pues hice lo mismo, pero por dentro me estaba cagando en todo. Pasaron los 10 minutos más largos que recuerdo de los últimos años, hasta que el ascensor continuó hasta la planta baja, sin paradas, y al abrir las puertas, habían dos personajes de seguridad (supongo) como pidiendo disculpas y agachando la cabeza continuamente, sin parar, mientras que yo tratando ser lo más cortés posible, trataba de salir de allí porque ya habían pasado 5 minutos de la hora en que habíamos quedado. Mi pareja, ya no estaba, y esperaba que hubiese llegado al grupo. En el punto de encuentro había un guía del otro grupo que me dijo que acababan de salir y los alcancé. Al final todo quedó en un susto del que nadie se enteró, excepto nosotros y ahí aprendí la lección. No tienes nada controlado. Que posibilidades había de que se me estropease un ascensor "japonés". Ni siquiera me ha pasado nunca aquí... Pero las posibilidades están ahí... Si en vez de 10 minutos, hubieran sido 20, yo sería quien tendría que haber entrado con la cabeza agachada...
Día 26. Salida lluviosa hacia Kanazawa. Tras un original almuerzo de Sushi nos dirigimos al Castillo blanco de Kanazawa y luego dimos un paseo por el jardín de Kenroven Garden. Fotazas. Por culpa mía supongo tengo una desavenencia con mi pareja a causa de su hermana. Porque amig@s, me guste ó no, es su hermana, y mi pareja es un ser de luz que no ve lo mismo que yo, y por tanto, tenga ó no razón, mis comentarios sobre que yo no estoy en este viaje para cuidar de nadie, sino para disfrutarlo, caen en saco roto...
Nos alojamos en el hotel de Kanazawa, un edificio de los años 70 que se conserva tal cual, con sus muebles, aparatos y teléfonos de entonces, japoneses e indestructibles.
Otra anécdota. En este caso, aunque lluviosa la noche, bajamos a dar una vuelta por el hotel, pero aparte de la recepción no había nada más que ver y mi pareja se subió de nuevo a la habitación, pero yo cogí un paraguas y salí por el entorno... A la vuelta, como no me llevé la llave toqué en la habitación, que tenía un cartel de no molestar por fuera. Pensando que era una broma de mi mujer, pues toqué el timbre. No abría. Toco otra vez, otra y otra... Golpes en la puerta. Pero buenooo... Nada. Llamo por teléfono. Lo coge.
-¿Qué pasa? ¿Porqué no me abres?
-¿Porqué no llamas? Me contesta.
Vuelvo a tocar el timbre... Dinggggggggg Donnng...
-No oigo nada. Dice.
Miro el número de la habitación. Me había equivocado de planta. Un sudor frío me recorre la espalda. Si en ese momento hubiesen abierto la habitación y hubiese salido un samurai con su espada y me hubiese cortado por la mitad, me hubiese estado bien empleado.
Día 27. Nos dirigimos hacia Shikarawago. Pido permiso para no ver una casa típica y tener más tiempo libre para visitar el pueblo similar al que utilizaron para rodar la peli del Señor de los anillos (Rivendel). No en vano le llaman los Alpes japoneses. Luego a pie de página pondré la foto del pueblo visto desde el mirador. A la hora prevista estoy en la guagua, pero ¿Quién no está? Exacto. Además no la podemos dejar atrás. Media hora más de retraso hasta que la encuentran, pero, en esta ocasión, cuando aparece por el Bus casi se la comen, porque ni siquiera es capaz de pedir disculpas. En esta ocasión quienes únicos comimos con ella fuimos nosotros (su hermana y yo), porque a pesar de todo (y bien merecido) a nadie le gusta que le hagan el vacío, aunque en este caso, empiezo a tener mis dudas...
Seguimos hacia Takayama, precioso pueblo, aunque muy turístico. Mi pareja se queda con su hermana en la calle principal, y aprovecho para grabar otra rutita muy interesante. Tras la cena, vuelven a ir al Don Quijote, y yo aprovecho para hacer otra rutita por Nagoya con unas fotos nocturnas espectaculares.
Día 28. Nos dirigimos hacia Tokio. Muchos kilómetros. Paramos para hacer fotos al monte Fuji en un centro comercial de grandes marcas en Gotemba. Lamentablemente el monte Fuji no se deja ver. El tiempo no nos acompaña en este momento. Que le vamos a hacer... Aprovecho para mirar relojes pero no veo diferencias de precio con los de aquí, la verdad.
En el almuerzo le dan una pequeña sorpresa a una compañera de viaje que cumple años y la encargada del restaurante, muy salada ella, nos ameniza el momento de manera muy simpática... Seguimos hacia Tokio y paramos en Odaiba para estirar las piernas, sacar la foto a la estatua de la libertad japonesa y hacer unas fotografías de la bahía.
Día 29. El hotel está al norte de Tokio porque hoy nos dirigimos hacia el parque de Nikko, donde visitaremos la parte más salvaje de Japón. Lago, cascada y una visita inédita a unas estatuas protectoras en un entorno místico, que no puedes disfrutar en toda su esencia a ser un grupo tan numeroso. Pero que nos quiten lo bailao. Al regreso y pese al tráfico que cogimos, me llevo un recuerdo inolvidable y es que nos ponen música y al ritmo de algunos cantantes canarios y otros nacionales, se cantó e incluso se bailó. Pero no sólo lo permitió el chófer, sino que él también participó. Sí, cantó y bailó. Recuerden que estamos en Japón, y las guaguas se conducen solas...
Día 30. Visita a Tokio. Paseo por el parque Ueno, presentando nuestros respetos al último Samurai. Nos dieron tiempo libre para pasear por ese entorno. Y tras el almuerzo visita al templo de Senso-ji, con tiempo libre para pasear por el entorno y vernos en el punto de encuentro. Aprovecho para grabar otra rutita viniendo por el paseo del río hasta dicho punto.
Y nos dirigimos hacia la torre de Tokio para ver sus increíbles vistas. Pero como colofón final, fuera del programa, nos paran en el famoso cruce de Shibuya. Intentado aparecer en la web en directo que tienen para capturar la imagen de nuestro paso, se me fueron los 15 minutos más divertidos del día...
Al final, no sé si en algunas de las miles de capturas que nos hicimos aparecemos, pero eso que nos queda.
Y llega el final. Nos trasladamos al aeropuerto. Nos despedimos de unas maravillosas personas (la guía local y el conductor) y empiezan unas 24 horas de regreso en avión a casa.
*[-Paraguas en tienda de conveniencia. (Primer contacto con los residentes, Krí(cultural). Coord.Avr. (tienda de café, templete sintoísta, barrio coreano...) ]

