14 de febrero de 2018

Políticamente correcto.

Tras muchos años he llegado a pensar que el título del artículo es el que desgraciadamente hay que utilizar en nuestra vida diaria  sino quieres ser protagonista universal ni por exceso, ni por defecto. O sea, no llamar la atención ni para lo bueno ni para lo malo. Tampoco quiero decir que haya que llevarlo a cabo.
No soy ningún mártir, de esos que han hecho historia sacrificándose por los demás ó al menos de una minoría desfavorecida, sea en el aspecto que sea. Y hay que reconocer que se han conseguido grandes avances, gracias a estas personas que se han dado a los demás. 
Y casualmente, gente como Mahatma Ghandi ó el Ché Guevara, provenían de familias pudientes.
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas. De hecho casi nunca las hay. Sólo al final quedarás en la memoria histórica. Y ésto también lo han conseguido malas personas como los famosos dictadores de la historia. Creo que en su mente también estaba el beneficio de sus congéneres, no sólo el suyo propio. De hecho, en muchos de esos casos, dudo, que hayan llegado tan lejos, sólo pensando en enriquecerse a costa de los demás. De éstos últimos, pocos pasan a la historia. Me refiero a los tratantes de esclavos, en su época, ó en la actualidad a los mafiosos, que a base de explotar algo perjudicial para los seres humanos, se han hecho ricos. Siempre con la ayuda de los que les seguían en el negocio, porque éstos sólo son meros intermediarios, al fin y al cabo.
Recordemos que cuando la ley seca, los traficantes se enriquecieron ilegalmente, porque había gente que compraba el alcohol ilegal. Con las drogas igual. Con los esclavos igualmente.
Ni por exceso ni por defecto. Entonces, nos queda pasar desapercibidos a efectos globales, e intentar ser buenos hijos para nuestros padres, y buenos padres para nuestros hijos. En ese entorno más reducido, sin pasarnos de la raya si resulta interesante quedar grabado positivamente. Por lo menos, intentarlo.
He sido de los que me he volcado en más de una ocasión por los demás. No voy a entrar en detalles ni ejemplos, aunque me vienen varios a la cabeza. El resultado ha sido que, con los que mejor me he portado han sido los más desagradecidos, en la mayoría de los casos. Y aunque iba buscando el reconocimiento en muchos casos, lo que desde luego no me esperaba era la ingratitud y el "dame más tú que puedes".
Ahora, con la lección aprendida, intento ir por la vida humildemente, sin pasarme ni quedarme corto. Lo justo para evitar críticas de ningún tipo. Sonreir, siempre que se pueda. Tratar de ayudar sin moverme del asiento, en la medida de lo posible y poco más. Aunque dudo que lo consiga.
Adaptarme a la sentencia que dice: "Si vas a pasar, pasa, si vas a quedarte, quédate, pero no te quedes en la puerta porque estorbas".
Y no es que me guste ésto, pero empiezo a estar cansado de hacer por los demás. Me toca recoger la cosecha, ya es hora. Sin embargo, miro a lo lejos y veo poco que recoger y bastante diseminado. Sólo lo que está en mi entorno inmediato, y un poco raquítico.