16 de junio de 2016

Todos queremos ser felices.

Ayer estuve en una charla sobre la felicidad. Lo impartía un  grupo de terapeutas que han montado una historia en torno a ésto. Y es  que ahora mismo vende mucho. A mí me llamó la atención, la forma en que presentaron la charla. 
El hecho de que no consigamos la felicidad a través de las cosas materiales. Una vez conseguidas, incluída la lotería nacional, esa felicidad es efímera y dura, como mucho, un semestre. Luego volvemos a la infelicidad (decaimiento, apatía...) ó como quieran llamarlo. Es cierto que perseguimos cosas, y,  al alcanzarlas, nos damos cuenta de que no era eso lo que buscamos. Sea un coche, una nueva casa, un nuevo trabajo. Siempre queremos más. Y me gustó el último ejemplo que dió. Iba sobre las espectativas. Son tan altas en este tiempo que vivimos que son imposibles de cumplir.
 Puso el ejemplo de como su madre le decía cada vez que lo veía que porqué no tenía novia todavía. El le decía que no había encontrado a la mujer de su vida. Guapa, inteligente, que le gustase todo lo que a él...
Y claro, su madre, no lo entendía, porque en su época las espectativas para casarse, pasaban con que, aparentemente fuese una buena persona y trabajador. Punto pelota. Así, claro, cualquiera era feliz. En una época en la que vivir ya era una quimera.
Yo puse del ejemplo de la felicidad, a través de la ilusión, que es en la que más creo. 
El día que fuimos a la inaguración de un restaurante, el camarero que nos atendió, rebosaba simpatía por doquier. Nos ofreció lo que no tenía en la carta, que nos iba a encantar... Sólo le faltó tocarnos una ranchera.
Al año siguiente, el trato fue correcto, pero poco más.
Al año siguiente, sólo le faltó tirarnos el plato desde la cocina. No fuimos más.
Estaba quemado, desilusionado, aburrido e infeliz. Quizás sólo fuera en el trabajo, pero, en mi opinión, se traslada al resto.
Lo digo por experiencia. Cuando tienes todo por lo que has luchado, aunque sea en su grado mínimo. Cuando te das cuenta de que el dinero no da la felicidad. Cuando ves que tener más propiedades ó cosas no te hace estar pletórico. Cuando estás aburrido de todo y te mantienes firme y no rompes con todo, en mi caso, por la familia, para que mis hijas salgan adelante y les vaya bien. Chungo, falla algo. Este terapeuta tampoco pudo darme la pócima de la felicidad aunque lo intentó, de hecho  me mantuvo  alegre, pletórico y feliz. Un día.
Sus fórmulas las pongo en un "post-it", nunca mejor dicho, al pie de página. Para quien le sirva.
Además, y ésto me dejó más tranquilo, nos contó, que según unos estudios, por suerte ó desgracia, el grado de felicidad depende en un alto porcentaje de nuestra genética. Sí. Han oído bien. La genética heredada de padres felices ó no, se transmite. 
¡Estoy jodido! Ahora lo entiendo. Mi padre es un tipo que ha buscado todas las maneras posibles de ser infeliz. A toda costa. Y resulta que se trata de lo contrario. Buscar maneras de ser feliz. Ese cultivo incesante nos lo ha transmitido a mí (seguro) y posiblemente a mis hermanos. Cada uno de nosotros hemos luchado ya de adultos contra ésto, pero, la única manera de romper con ésto pasaba por no pensarlo. Es decir, estar continuamente entretenidos para no darnos cuenta de esa infelicidad. Lo veo en mi padre, que, ahora jubilado, sólo tiene tiempo para dejar de vivir el presente y trasladarse a todo lo malo que le pasó en el pasado. Que si trabajó demasiado. Que si se aprovecharon de él. Que si nadie lo quiere. Que si todo el mundo está contra él...
El enlace que les paso a continuación está muy bien, por si le quieren echar un vistazo.

Como ser feliz.