21 de mayo de 2018

Felicidad. Yu Dan.

Esta autora china nos narra en este librito "Confucio para el alma o las claves milenarias para ser feliz". Pasamos a sintetizarlo.
Por más que una sociedad alcance su máximo florecimiento material, las personas que en ese momento estén disfrutando del resultado de esa eclosión pueden seguir teniendo problemas espirituales.
Nos falta poner el espíritu al servicio del cuerpo y no doblegarnos por comer y vivir mejor humillándonos a terceros.
Considera que sólo con no imponer a otros lo que no queramos para nosotros tendríamos una vida más que suficiente.
Nos anima a preocuparnos por los demás, para ser más bondadosos. Y a entender más a los demás para ser más sabios.
Cuando nos ocurra  algo desafortunado, lo mejor es dejarlo pasar, para ahorrarnos un montón de tiempo, que podemos aprovechar en otras cosas.
Insiste en mantener la actitud positiva para poder pasarlo bien en las mismas circunstancias que a otros se les va el tiempo quejándose y encontrando defectos por doquier.
Dice que si una persona es capaz de entender razones y tú no se las das, eso es "desdeñar a la persona". No está bien. Por otro lado, si tienes delante a alguien incapaz de escuchar y empiezas a razonar  con ella, eso "desdeñar las palabras". Y eso tampoco está bien.
Tan malo es pasarse como no llegar. Nos narra la parábola, que ya conocemos,  de los puercoespines, que si se alejaban mucho pasaban frío, pero si se acercaban demasiado se pinchaban.
Cómo dije en un artículo anterior, no me resulta tan diferente esta filosofía como la occidental. Al final se encuentran.
Nos habla también del amor, y yo hago hincapié en el amor de los padres a los hijos, que es el único que tiene como objetivo la separación, pues el mayor deseo de los primeros el que sus hijos se conviertan cuanto antes en individuos autónomos y sigan su camino separados de ellos. Cuanto antes sea esa autonomía, mayor es el triunfo. Hoy en día no vemos eso, más al contrario. De ahí los casos sangrantes que oímos en los medios.
Pensar más, reflexionar más, escuchar más, observar más, hablar con precaución; la ventaja de actuar así es "dejar de arrepentirse de las obras" : lo ayuda a uno a tener menos que lamentar luego, pues no hay medicina en el mundo que cure el arrepentimiento. 
En este mundo, las tres cosas más difíciles de recuperar son la flecha disparada, la palabra dicha y la ocasión perdida.
Nos dice que si queremos comprender a alguien, no tenemos más que observar su círculo de amistades, y eso nos dará su escala de valores. Tengo algunas lagunas con respecto a ésto, pero nos puede servir a grosso modo.
Nos habla de los tres amigos que te agrandan ( el recto, el veraz y el informado), y de los tres amigos que te empequeñecen ( el adulador, el falso y el charlatán).
Nos advierte que para luchar con los demás, mejor es luchar con nosotros mismos, buscando la manera de mejorar nuestras cualidades y formación.
¿Qué podemos hacer para deshacernos del miedo y no angustiarnos? Pues encontrar en nuestro interior un remanso que nos de un respaldo en el que apoyarnos para toda la vida. Sin necesidad de altos ideales, poder ó dinero.
En su última parte, nos dice que a medida que vamos cumpliendo años, deberíamos ir asentando la confianza en nuestro propio espíritu. Aprendiendo a vivir restándonos cosas materiales y vanales. Olvidándonos de los conocidos a los que no tenemos ganas de ver, negándonos a hacer las cosas que no queremos hacer, dejando de querer el dinero que no pensamos ganar. Cuando tengamos el valor de renunciar y sepamos como hacerlo, estaremos cerca de ese estado de "no dudar". Acercándonos al "Justo Medio". 
Por más que el mundo esté lleno de injusticias y defectos, tenemos que ver la armonía en las cosas y adaptarnos para ser felices.