Es posible que sea yo, o que hoy es un día gris y feo, pero veo por la calle a la gente desmotivada, desilusionada, sin alegría. Entiendo al que no trabaja y no llega para vivir con la ayuda del gobierno,ó peor aún, al que no tiene ningún tipo de ingreso. Al pequeño empresario que cada vez paga más impuestos por sus servicios que cada vez son menos. A los trabajadores con contrato temporal que trabajan 14 horas diarias cuando sólo cobran 7. A los trabajadores fijos que están aburridos de siempre lo mismo, porque el compañer@ trabaja menos que él y gana el doble.
En fín, no estamos contentos con nada. Lo peor es que lo transmitimos a nuestros hij@s.
A pesar de animarles a que estudien y saquen buenas notas, no estamos seguros de que eso les sirva para tener un buen puesto de trabajo el día de mañana en el que lo ganen bien para poder disfrutar de muchas cosas materiales, como unas buenas vacaciones, un buen coche ó una buena casa.
Aunque por mi experiencia, la realidad es que nunca lo conseguirán, aunque lo tengan, porque no estamos satisfechos con nosotros mismos. Estamos aburridos de oir a diario como políticos, banqueros, jueces, príncipes y demás, a pesar de tener mucho dinero, no tienen suficiente, y tienen que conseguir más de forma fraudulenta. La verdad es que ésto siempre ha pasado, pero ahora no se escapa ni el Rey.
Igual este momento de cambio, sea para bien, ó que Dios nos coja confesados, porque nadie más lo hará.
Resulta surrealista como muchas cosas que vemos en películas de ciencia ficción las estamos viviendo en la realidad. Ya no nos quedamos perplejos ante nada, porque cualquier cosa es posible.
Pero, lo peor de todo es que estamos impasibles ante lo evidente. Cada vez, nos queremos menos, a nosotros y a los demás.A base de abuso sobre el prójimo, hemos creado una desconfianza que llega hasta lo más interno de la familia. De ahí, que cada vez hayan más divorcios, más agresiones verbales entre personas que se "quieren" y que no. Sé que es fácil decir, que tener paciencia y tomarse las cosas con tranquilidad y no darle importancia a casi nada, porque la realidad, casi nada lo tiene, pero es así. Si lo vemos todo desde otro prisma, podemos comprobar, que nos hemos ó nos hemos dejado meter en una vorágine de la que es difícil salir. Pero se puede.
Pero, lo peor de todo es que estamos impasibles ante lo evidente. Cada vez, nos queremos menos, a nosotros y a los demás.A base de abuso sobre el prójimo, hemos creado una desconfianza que llega hasta lo más interno de la familia. De ahí, que cada vez hayan más divorcios, más agresiones verbales entre personas que se "quieren" y que no. Sé que es fácil decir, que tener paciencia y tomarse las cosas con tranquilidad y no darle importancia a casi nada, porque la realidad, casi nada lo tiene, pero es así. Si lo vemos todo desde otro prisma, podemos comprobar, que nos hemos ó nos hemos dejado meter en una vorágine de la que es difícil salir. Pero se puede.