25 de marzo de 2016

Sobre el oficio de vivir bien.

Antes de resumir en pocas palabras  este libro de Gaspar Hernández, personaje de mi quinta, debo reconocer que lo que hace es algo como lo que he hecho en este blog en sus últimos artículos. Recoge un poco de lo mejor de otros autores, filósofos y médicos en su mayoría. Lo agita todo bien, y saca un batiburrillo de cosas muy interesantes. Para los que hemos leído ya muchos libros de este género, debo reconocer que siendo un librito que te lo puedes leer en un sólo día tranquilamente, como he hecho yo, puedes aprender un montón sobre el oficio del enunciado.
Por partes. Por un lado nos advierte de que al no llevar la felicidad en nuestros genes, sino el instinto de supervivencia, debemos conquistarla con un trabajo personal. Nos dice que antes era  más fácil todo, porque desgraciadamente, las familias tenían asumidas sus funciones de una manera rígida y no tenías que plantearte lo duro que era todo.
Se compara la vida con un viaje en tren, en el que no pedimos entrar ni nos dicen cuando bajar, sino que, podemos fastidiarnos a nosotros ó al prójimo, ó amar a los pasajeros, contemplar el paisaje, etc.
Nos habla de la gente que se siente fracasada como personas, a pesar de tener todo tipo de lujos materiales. Lo soluciona buscando las respuestas dentro de tí, a las  preguntas que están afuera. Si te preguntas si  hoy es tu último día de vida, ¿Querrías hacer lo que vas a hacer hoy? Si no es así empieza a estar al servicio de lo que la vida te diga.
En el capítulo 3 toca un tema en el que estoy absorto todavía.  Nos pide que seamos conscientes del los pensamientos que nos asaltan, y lo llama meditación. Creo que aquí confunde términos. La meditación es la ausencia de pensamientos. Lo otro es estar en el presente, en el ahora mismo. A ésto se le está denominando mindfullness. Esto es más fácil de conseguir si cabe. En ello estamos. Sorprendiéndonos cada vez que intento estar en el presente y me pillo pensando en otra cosa, como, por ejemplo, que hace mi mujer al lado mío, mientras escribo este artículo.
Para ésto hay técnicas, como la de buscar soluciones a los problemas cuando surjan y no antes, que es una pérdida de tiempo y energía. Si nos sale bien, estupendo, y si no, a otra cosa mariposa.
Dejar de vivir en el pasado, de una vez y por todas. Perdemos mucha energía en ésto. Es difícil de coj... pero más fácil que meditar, seguro.
Una cosa me ha quedado clara. El hecho de que en países como India, vayan tan lentos y nos exasperen si al meterles presión van más lentos todavía. Es una enseñanza de que vamos a una velocidad terrible, que ya nos está pasando factura psicológica.
Otra cosa. Al movernos por el juicio de los demás, no pensamos por nosotros mismos sino por lo que nos han metido en la cabeza desde pequeños, buscando que los demás nos aprueben. Aunque si alguien nos critica, en realidad, nos confiesa sus temores, sus inseguridades y sus frustaciones.
Es difícil comprender que la fuente de bienestar está en nosotros, cuando nos  hemos maleducado en contenedores como la familia, la tribu, la religión, como elementos inmutables que nos salvaguardaban del desequilibrio psicológico. Aguantaban cualquier vendaval. 
Y ahora... Nos encontramos desnudos y solos. Y la realidad es más feroz que nunca. La tecnología, el conocimiento que muchos han tardado años en recopilar lo tenemos en internet en minutos, la igualdad de la mujer, que por cierto, ha trastocado a muchos hombres, más que les pese, la desaparición de muchos valores...
Menos mal que nos queda el fútbol, dirán algunos.
Tal y como perseguimos la felicidad, lo único que tenemos garantizado es la frustación, porque ante todo, lo importante es la serenidad y el equilibrio. EN TODO.
Si tenemos una adversidad ( o eso creemos) salir fortalecidos de ella. (Resiliencia).
No preguntarse porqué ésto me ha pasado a mí, sino, para qué me va a servir.
Y ten seguro, que ante todo, si sonríes a la vida, ella te sonríe también. ¡Créetelo!