23 de octubre de 2015

Manual para alcanzar la felicidad.

Así es como le he dicho a Mónica Esgueva que podría titularse su libro "Cuando sea feliz".  Reproduzco algunas sentencias de lo que más me ha gustado y considero interesante:

Una vida de placer constante predispone a la frustración. 
El exceso de protección a los hijos no les prepara para la vida.
Los que nos han dañado querían conseguir algo, que era bueno para ellos. 
La cólera hiere más a uno mismo que al otro. Perdona para ser feliz.
Porque perdonar significa liberar a un prisionero que eres tú.
Cuando asumamos que el pasado ya concluyó nos quitaremos un gran peso.
Las vidas mediocres están marcadas por el miedo a no ser capaces.
Amor y miedo son los dos polos opuestos.
Hay que enfrentarse a los miedos sin excusas.
El deseo es la energía de la evolución pero la vida es más que movimiento.
Habremos evolucionado cuando nuestra conducta benefactora nos proporcione deleite por sí misma sintiendo compasión por el airado.
Cuando ponemos nuestra atención en los demás y en transmitirles alegría, la felicidad nos invade por sorpresa.
El progreso vendrá con la cooperación no con la competición.
Hacer el bien a los semejantes nos acerca a los Dioses, pues el secreto de la felicidad pasa por vivir para los demás.
Estamos entrelazados. Quien mata a otro está cavando dos tumbas.
Si otros sufren no hay cielo donde esconderse.
No habrás vivido hasta que hayas hecho algo por personas que nunca podrán devolverte el favor.
Ser generoso con pequeños detalles es un gran paso.


Sin embargo, estas pequeñas sentencias de las que está plagado el libro no es lo más interesante. La fórmula secreta (que no existe como tal) consiste en no temer al silencio y  encontrarnos a nosotros mismos, por ello, siempre estamos inmersos en alguna actividad que no nos conduce a ningún sitio. Empezar a creer que la vida no tiene sentido, nos replantearía hacer cambios profundos a los que no queremos enfrentarnos y por eso, es mejor engañarnos y como todo el mundo lleva una vida parecida a la nuestra, pues eso.
La única forma de ver el fondo del lago es dejar de removerlo, de ahí que, quien está en armonía no malgasta su energía psíquica en incongruencias. Han hecho las paces consigo mismos y están satisfechos porque su conciencia está en calma.
El temor a la muerte es el temor a no haber vivido en profundidad, ni saber el significado de nuestra presencia aquí.
Felicidad y calidad de vida dependen de como nos sentimos y no de lo que piensan de nosotros ni de lo que tenemos. Y aunque hemos mejorado nuestras cosas materiales como mejores casas, éstos son hogares con falta de afecto. Más derechos pero menos respeto por el otro. Más accesos a todo tipo de bienes pero menos valores humanos. Nos gusta la independencia, pero añoramos disponer de conexiones sociales.
También es cierto, palabras de Quevedo, que "no es más dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquél a quien no puede quitar nada".
Bueno, podemos empezar queriendo en todo momento lo que hacemos para alcanzar algo de felicidad, pero, sobre todo sabiendo, que en nosotros está alcanzar la plenitud y no fuera, ni culpando a nadie de nuestros problemas.