Seguimos con el mismo autor y libro de la parte primera, que desarrolla en su obra, a los grandes pensadores de todos los tiempos. Continuamos con Nietsche, al que habíamos dejado a medias. Lo completamos con partes íntegras de sus obras, para tratar de reflejar lo que nos trata de enseñar.
1.- El mundo no es un cosmos, ni un orden, ni es natural como creían los antiguos, ni ha sido construido gracias a la voluntad de los hombres como creían los modernos.
Al contrario, es un caos, una pluralidad de fuerzas, instintos y pulsiones, que no cesan de enfrentarse entre sí.
2.- Propone una intensificación y jerarquización que permita la existencia de las fuerzas que constituyen la vida. "El gran estilo". O sea, la vida buena es la vida más intensa por ser la más armoniosa, la más elegante, aquella en la que las fuerzas vitales en vez de enfrentarse, cooperan entre sí.
3.- La grandeza es lo que nos permite integrar en nosotros todas las fuerzas, o sea, llevar una vida más intensa y más poderosa, por ser la más armoniosa, como forma de evitar los conflictos que debilitan la más grande de las fuerzas.
4.- Somos nosotros y nadie más nuestros propios adversarios de las emociones sentimentales.
5.- Es aquí y ahora donde hay que saber separar las formas de vida condenadas al fracaso, de los modos de vida intensos y grandiosos.
En resumen, parodiando a Kant, y para que nos quede claro de una vez y por todas, en vez de tanta cháchara :
"¡Vive de tal forma que desees resucitar, pues vas a resucitar en todo caso! ¡Cada día lo haces! ¡Que se esfuerce aquél para quien esforzarse constituye el bien supremo! ¡Que repose aquél que ama el reposo por encima de todo! Quien ame someterse, obedecer y seguir a otros, ¡que obedezca! Pero, eso sí, que tenga claro que prefiere, y que no retroceda ante nada. ¡Va en ello la eternidad!
Nos invita a que en nuestra vida no tengan cabida ni los remordimientos ni las lamentaciones, a que no tengan sentido alguno. Ésta es la verdadera vida, porque la vida buena es la que nos incita a vivir el instante. La doctrina del amor en el presente : huir tanto del lastre del pasado como de las promesas de futuro. Liberándonos del peso del pasado y del porvenir es como alcanzamos la serenidad y entrar en la eternidad. Aquí y ahora, pues ya no hay referencias a "posibles" que relativicen la existencia presente y siembren en nosotros el veneno de la duda, los remordimientos o la esperanza.
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Y pasamos por último, a nuestros días. Ciertamente, parece que Nietsche no se equivocó. Lo que nos quedaba, los ídolos parecen haber desaparecido. No hay ningún ideal que mueva el mundo. Sólo vemos la necesidad absoluta de movimiento por el movimiento mismo. Tanta evolución pero no hay ningún proyecto común que nos lleve a algo mejor. Los ecologistas lo dudan, los críticos de la globalización también.
Por primera vez en la historia de la humanidad, una especie viva tiene la capacidad de destruir el planeta entero, ¡ y esa especie no tiene ni idea de adónde va! Su capacidad de transformación y de destrucción son enormes, pero como si de un gigante con cerebro de bebé se tratase, esas capacidades están desvinculadas de cualquier tipo de reflexión en torno a la sabiduría. Incluso la Filosofía se ha visto atrapada por la pasión técnica.
El problema ya no estriba en romper los pies de barro a unos malvados ideales que ya nadie percibe. No interesa más poder que no sabe donde buscar en el transcurso de una historia (la de la humanidad), que se ha convertido en algo mecánico y anónimo. Hacen falta nuevas ideas e ideales para readquirir un mínimo control sobre el curso a seguir por todos, ya que incluso a los poderosos se les ha escapado dicho control.
Vamos a terminar el artículo con el pensamiento ampliado, según nuestro autor, es aquel que se distancia de sí mismo para ponerse en el lugar del otro, para adquirir conciencia de uno mismo hay que saber situarse a cierta distancia. Necesitar de los demás para entendernos a nosotros mismos, necesitamos de su libertad y de su felicidad para lograr algo de interés en nuestra propia vida.
Para ello sólo el amor confiere su valor y sentido a todo este proceso que debe guiar a la experiencia humana como la única respuesta plausible a la pregunta por el sentido de la vida. Entendamos que no se ama nunca nadie, sino solamente sus cualidades, porque la belleza, la fuerza, la inteligencia, etc., no son propiedad de éste o aquél, sino que son, intercambiables. Sólo lo que uno ama es la singularidad que nos caracteriza y hace que no seamos parecidos a nadie más, y ésta la fabricamos de mil maneras. Se forja durante el transcurso de nuestra vida.
A modo de conclusión, y no la del autor, sino la mía propia, he de decir que al final no sabemos donde vamos, pero mientras vayamos estamos bien. Siempre en el ahora.
De alguna manera, mejor seguir en la ignorancia pero felices, que buscar más allá. Que queremos creer en Dios, adelante, que queremos aprovechar el presente al máximo "Carpe diem", adelante también, pero, recordemos ésto :
"Cada momento es importante, y yo empiezo a ver que las pequeñas cosas de antaño, eran verdaderamente las grandes cosas que nos hacen felices".
Con ésto quiero decir que desde este preciso instante apliquemos estos nuevos conocimientos adquiridos para empezar a vivir.
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Vamos a terminar el artículo con el pensamiento ampliado, según nuestro autor, es aquel que se distancia de sí mismo para ponerse en el lugar del otro, para adquirir conciencia de uno mismo hay que saber situarse a cierta distancia. Necesitar de los demás para entendernos a nosotros mismos, necesitamos de su libertad y de su felicidad para lograr algo de interés en nuestra propia vida.
Para ello sólo el amor confiere su valor y sentido a todo este proceso que debe guiar a la experiencia humana como la única respuesta plausible a la pregunta por el sentido de la vida. Entendamos que no se ama nunca nadie, sino solamente sus cualidades, porque la belleza, la fuerza, la inteligencia, etc., no son propiedad de éste o aquél, sino que son, intercambiables. Sólo lo que uno ama es la singularidad que nos caracteriza y hace que no seamos parecidos a nadie más, y ésta la fabricamos de mil maneras. Se forja durante el transcurso de nuestra vida.
A modo de conclusión, y no la del autor, sino la mía propia, he de decir que al final no sabemos donde vamos, pero mientras vayamos estamos bien. Siempre en el ahora.
De alguna manera, mejor seguir en la ignorancia pero felices, que buscar más allá. Que queremos creer en Dios, adelante, que queremos aprovechar el presente al máximo "Carpe diem", adelante también, pero, recordemos ésto :
"Cada momento es importante, y yo empiezo a ver que las pequeñas cosas de antaño, eran verdaderamente las grandes cosas que nos hacen felices".
Con ésto quiero decir que desde este preciso instante apliquemos estos nuevos conocimientos adquiridos para empezar a vivir.
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