1 de junio de 2022

Subida y bajada de la montaña. Analogía del transcurso de una vida.

Voy a utilizar el título del artículo para comparar, por tramos de edades, el transcurso de nuestro recorrido existencial. 

Por supuesto, la subida a la cima de la montaña transcurre en nuestra primera mitad de la vida.  La bajada por el otro lado, en la segunda mitad. Debemos entender que el tipo de montaña depende de que en qué cultura nos hemos educado, o sea, depende de donde hemos nacido, que raza, que continente, país ...

Teniendo ésto en cuenta los tramos los clasifico por decenas de años.

Así, nuestros primeros 10 años ó infancia, nos lleva a empezar a subir la cuesta, donde nos caemos, vemos el tipo de piedras con las que nos hemos tropezado, y cuando llegamos a nuestra segunda decena de años, ya creemos que lo sabemos todo, cuando no hemos ni empezado a tener conocimiento de lo que nos espera. En la tercera decena, nuestra mochila ya lleva herramientas suficientes para poder hacer noche sin pasar frío ni mojarnos, ó guarecernos del calor extremo, como ejemplos de esos tropiezos de los que hablamos y nos hacen más sabios.

Pero sólo será en nuestra cuarta decena cuando seremos lo suficientemente maduros para haber sacado provecho de nuestra experiencia, y empezar a disfrutar de las vistas, que sólo veremos completamente en nuestra quinta decena de años, al llegar a la cúspide. Desde aquí se ve toda la panorámica en su conjunto. Miramos abajo y vemos todo lo que hemos avanzado en 50 años. Aquí se ve todo nítido y claro. Lo pequeñito de estar allá abajo, y todos los pueblitos de los alrededores. No son tan diferentes. Algunos más grandes, otros más bonitos en su conjunto, pero comparándolos con nuestro puerto de salida, no tenemos porqué quejarnos. 

Y hay que ir pensando en bajar. Ahora, en la sexta decena, es más fácil, las bajadas no suponen mucho cansancio, si estamos en forma, por supuesto. En caso contrario, nos volveremos a caer, pero no por ignorancia, sino por falta de la fortaleza física que empieza a medrar.

En la séptima decena vemos más cerca la meta, ya nada llama la atención en nuestro alrededor. Ya lo hemos visto todo antes, en la subida por el otro lado. Quizás algún arbusto que nos resulta familiar, pero que no es exactamente igual a los que conocemos. Aunque da igual unos que otros. Ya sabes si tienen frutos venenosos ó no.

En la octava decena ya vemos la llegada. Está tan cerca, pero cuesta tanto llegar. Avanzamos muy despacio, sin fuerzas. Con suerte, nos están esperando para llegar más cómodamente al final, que no es más que el inicio...