1.-Cuando todavía tienes ganas pero ya no te acuerdas de qué.
2.-Cuando deseas hacer gimnasia y te duermes esperando que se te pase el deseo.
3.-Cuando todo te duele, ó lo que no duele no funciona.
4.-Cuando tus años empiezan a aparecer en la cintura ... y la cintura desaparece.
5.-Cuando comienzas a apagar las luces por economía y no para propiciar un acercamiento romántico.
6.-Cuando todo aquello que la madre naturaleza te dio, el Padre Tiempo empieza a llevárselo.
7.-Cuando las cenas a la luz de las velas dejan de ser románticas, pues no consigues leer el menú.
8.-Cuando dejamos de criticar a la generación más vieja y empezamos a criticar a la más joven.
9.-Cuando en lugar de peinarte empiezas a "acomodar" los pelos que te quedan.
10.-Cuando no tenemos edad para dar malos ejemplos y pasamos a dar buenos ( y todos se mean de risa).
11.-Cuando sabemos todas las respuestas pero nadie nos pregunta nada.
12.-Cuando si alguien se te viene encima en el cine es porque está buscando el pasamanos.
29 de enero de 2013
21 de enero de 2013
Cuando me amé de verdad.
El siguiente texto fue escrito por el inolvidable Charles Chaplin.
Cuando me amé de verdad.
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme.. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
8 de enero de 2013
Psicología del taxi.
Para los que no lo sepan he estado trabajando en el sector del taxi de Las Palmas de GC desde hace 20 años de manera intermitente. Bien, he aprendido mucho y me han ocurrido muchas anécdotas, que a medida que vaya recordando las iré colocando en esta entrada, pero me he puesto a escribir este articulillo en relación a un comentario de hace unos días en los que se habló de ciertos caracteres de las personas. Hay gente que sube al taxi, sólo para hablar con los taxistas, porque no tienen familia, amigos ó simplemente gente con quien conversar y, entienden que en este medio al conductor no le queda otra que tragarse lo que el pasajero quiera contarle. Sin entrar en detalles puedo contar que, son auténticos especialistas en reconocer al tipo de taxista que hay en el vehículo. No cogen el taxi en la parada, sino que esperan en alguna avenida de tránsito a que pase el idóneo. La víctima suele ser joven, entre 20 y 30 años ó mayor, entre 55 y 65. El razonamiento es muy simple. El joven lleva poco en el sector, es nuevo y con poca experiencia (también de la vida) y el mayor ya está cansado de todo y prácticamente se adapta al medio para no atacarse de los nervios y así el usuario puede despacharse a gusto.
Ejemplo práctico personal de taxista joven de unos 23 años.
* Buenas, me lleva a tal sitio... Pues parece que hoy va a llover...porque claro, mi marido me abandonó con 6 hijos...Todos los hombres sois iguales... Desgraciados...
Señora ya hemos llegado...
Y la señora dale que dale...
A todo ésto ya has parado el taxímetro. Todo lo que cuente de más ya es dinero perdido. Un taxista maduro, experimentado, pone en práctica dos métodos. O no para el taxímetro ó manda a paseo al pasajero.
Aprovechemos la coyuntura, para comentar sobre otros tipos de pasajeros.
Los mataos que se largan sin pagar, utilizando todo tipo de argucias, ó en el peor de los casos pies para que os quiero.
Los amargados que tocan los coj..., diciéndote que vas muy lento ó que has cogido por otro sitio para cobrar más y, luego averiguas que han sido abandonados por su mujer ó han estallado el coche ó ambas cosas a la vez, y, si tienes paciencia y lo sabes llevar terminan derramando lágrimas y diciéndote que eres su mejor amigo, lo que debes aprovechar para cobrarle algo más por soportarlo. Ahora ya saben porqué los taxistas no son de fiar a la hora de cobrar la carrera, pero hay que estar ahí para entenderlo.
Los listillos ebrios pesados, que te cuentan que son mejores que nadie, como el que se subió una vez diciendo que era policía. Que justamente conocía al que iba delante en el coche patrulla, momento que aprovecho para ponerme a la altura del vehículo policial, miro a los ojos del conductor, y, el agente me dice si ocurre algo, y el pasajero agacha la cabeza cambiando el color de la cara de rojo a morado pasando por el verde... No suele decir nada más, además te suelta un billete pequeño y no espera el cambio.
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