Cuando eres joven y maltratas tu cuerpo con borracheras y similares, no eres consciente de que llegará un día en el que te pasará factura. Porque la carrera que el caballo da, en el cuerpo se le queda. Pero que te quiten lo bailao... Disfrutar y pasarlo pipa, sin saber las consecuencias es mejor que saberlo, y no hacer nada pensando que un día te pasará factura, ya que tampoco vamos a vivir para siempre... Eso sí, cuando ya no me pueda valer por mí mismo (sea física, pero sobre todo psíquicamente) espero tener la fuerza justa para mandarme a mudar, ó que ya esté regulado para hacerlo y no fastidiar a mi entorno. Ya he hablado ésto anteriormente, pero hoy, de manera más jovial, recordarme que a los 55 tacos que llevo encima, me veo levantándome a las 4 de la mañana para ir a mear (la puta próstata empieza a hacer estragos), y lo peor es que luego ya te cuesta quedarte dormido, y te da tiempo de darle vueltas a la cabeza, sobre lo que tenías ó no tenías que haber hecho el día anterior, etc.
Si vas a correr una hora, llegas con las rodillas hechas polvo y lo que es peor un esguince en uno de los tobillos... Así que te queda nadar, hacer yoga y similares... Y lo peor es que no bajas peso, aunque comas menos.
Eso sí, mi cervecita que no me la quite nadie, sino quiere morir en el intento...
En fín, como decía Rubén Darío...
Juventud, divino tesoro,
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
Y a veces lloro sin querer...