Vamos a ver. Es la primera vez que no recomiendo leer un libro por lo durísimo que me parece. Y es un libro juvenil, supuestamente. Trata del Bullying ó Acoso Escolar en su grado máximo.
De cómo en la sociedad actual se puede detectar un caso de este tipo y se mira para otro lado.
Y no sólo los niños que lo ven, y por miedo ó vergüenza no dicen, ni hacen nada, sino, y ésto es lo peor, por los adultos, profesores y demás, que miran para otro lado por razones varias, que quedan explícitas en este libro y que puede adaptarse a lo que pasa hoy en día, en que la no implicación en nada nos está llevando a la mierda, directamente.
Ó lo que es peor, que los hijos de puta estén a sus anchas, sin que nadie lo remedie, porque no nos engañemos, tod@s tenemos el chip puesto de " Si no va conmigo, no me preocupa".
Para esto último recomiendo leer el cuento de la página 232.
Si eres muy susceptible, no te recomiendo que lo leas, porque verás una realidad que supera a la ficción, pero de la que sólo somos conscientes cuando, nos la cuentan, como lo hace este autor.
Los que son de mi generación y yo cumplo 50 en unos días, vivimos de alguna manera, directa ó indirectamente, la crueldad a la que pueden llegar los niños en los colegios. Y hablo de los años 70, en los que no había redes sociales ni nada que se le pareciera.
Yo nunca fui muy grande, y de hecho por nacer el último mes del año, además, solía ser el más pequeño de edad de mi clase. Y entre los 8 y los 15 años, un año de diferencia entre compañeros es muchísimo.
Los chicos además, menos sensibles, como hoy en día, con la igualdad de géneros, tratábamos de demostrar quienes eran los machos alfa, para fardar, y, queridos amigos, la corpulencia a ciertas edades, ayuda.
El caso es que yo tiraba de artimañas para rodearme de amigos, que solían ser los más gordos y grandes, y parecía Al Capone con los matones por el patio. No recuerdo meterme con nadie, pero tampoco recuerdo lo contrario.
No obstante, siempre, y miente el que diga lo contrario, de niños, en alguna ocasión, vimos como otro niño, mayor, más grande y cobarde, como el de la narración, se metiera con otro más pequeño, por los motivos que fuesen, tales como que a éste mismo, le había pasado lo mismo con otro mayor, ó que, y ésto era común, veía que iba a ser un Don Nadie y trataba de que le siguiesen por ese camino, tratando de ser popular en lo único que podía. Ser un maltratador y miserable para que se le tuviese miedo, porque aprecio no iba a conseguir.
Recuerdo que justo el día que comenzé las clases en 1º de primaria (Yo no fuí a Infantil), lo primero que me pasó fue enzarzarme en una pelea con un tal Lito, pero tampoco recuerdo, que volviese a tener ninguna más, ni con éste (que era el cafre del curso) ni con ningún otro.
Luego, en 1º de secundaria recuerdo, que unos cuantos que nos considerábamos amigos, molestábamos a otro. En este caso, no había maldad manifiesta, sino ignorancia, pero ahora comprendo que éste no nos viera a nosotros como amigos.
Pero, cosas de la vida, el Karma se encargó de devolvérmela en 2º de secundaria, en la que otro tipo, al que tuve que haber fastidiado antes, me la devolvió.
De este episodio, recuerdo, que fue la primera vez que cogí tanto odio a una persona, que aún hoy me tengo que repetir la frase "No permitas que ningún ser humano te haga caer tan bajo como para odiarle", para pasar página. Pero, hay cosas en la vida de un ser humano, que no se olvidan del todo, y, curiosamente suelen ser las malas.
Pero como digo, son episodios que a todos nos ha pasado de alguna manera ú otra, y, nos ha servido, desgraciadamente, para fortalecer el carácter, de alguna manera.
Sin embargo, juegas con desventaja, gracias a Dios, si creces en una familia donde no hay odio ni ningún tipo de trauma que te convierta desde niñ@ en un monstruo, como el que sale en la narración.
En fín, desgraciadamente, en 50 años, no hemos avanzado mucho en este terreno, y, si les digo la verdad, me parece que hemos ido a peor.
Espero, de todo corazón, equivocarme, y que narraciones tan crudas como éstas, no tengan que contarse, en un futuro próximo, porque ya no existan.